´Karol´ no sabe que se está muriendo

´Karol´ no sabe que se está muriendo

2021/02/16 a las 10:35 AM 0 Por Jorge Ampuero V-especial para Conexión Noticias EC

‘Karol’ vive rodeada de flores rojas y amarillas, muy cerca del mar, en una casa humilde a la que el sol de la mañana le alumbra las rendijas cual filamentos de oro impalpable.

Viste una licra de color rosado, una blusa gris y zapatos deportivos rojos que cualquier otra niña hubiera desechado por inservibles; su pelo largo, ensortijado y negro, sujetado con un moño azul, a ratos se mueve con el viento polvoriento y caliente que recorre Jaramisol (Manta, Manabí), la zona marginal donde ella vive y desde donde ha decidido enfrentar su destino junto a su tía Viviana.

Son las 11 del día y ‘Karolita’ engulle a dos bocas una sopa de queso con arroz que han preparado especialmente para ella porque tiene hambre, un hambre inusitada que, tal vez, responda a ciertas deficiencias del mal que la aqueja.

Cuando termina de comer, los labios carnosos le brillan y decide hundirse, sin lavarse, con su pequeña humanidad, en una hamaca negra que cuelga en el portal de su casa provisional, a la espera de preguntas que en todo momento se negará a contestar. Callada, solo sonríe. Huye de sí.

Entre sus manos aprieta la fotografía de su madre, Tatiana, una mujer nacida en Junín, de cuyo tortuoso itinerario solo pueden dar cuenta salones y burdeles, esquinas y tugurios, chongos y pensiones de mala muerte de Manta, Junín y Jaramijó.

Viviana asegura que su hermana decidió prostituirse hace algunos años y que sus compañeros de ocasión siempre la llevaron de un lado para otro, con la terrible consecuencia de dejar a los niños -‘Karol’ tiene un hermano menor– encargados en cualquier lugar, sin importarle las consecuencias de esa vida desordenada y loca.

Cuando ‘Karol’ escucha la narración de su historia deja de sonreír y posa sus ojos sobre las flores amarillas; aprieta la foto de su madre y, en silencio, parece querellarse contra la suerte que en desgracia le cupo padecer.

«HOGARES PORTÁTILES»

Según Viviana, la niña no conoce a su verdadero padre, un tipo al que solo identifican como “Wilmer, de la familia de Las Ratas”, de cuyo paradero no se sabe nada y quien nunca se preocupó por la menor.

Consecuencia de estos “hogares portátiles” que tuvo ‘Karol’, fue el contacto fatídico que tuvo, hace 4 años, con el último marido de su madre: Ramón.

Como su progenitora debía atender sus compromisos sexuales en la calle, la menor quedaba sola con este individuo, quien vio en ella la oportunidad para saciar la bestia que llevaba dentro.

Foto: Referencial

Con caricias paternales fingidas logró acercarse más de lo debido hasta la niña que, ingenua, aceptó su compañía sin sospechar que las perversas intenciones culminarían en su mayor desgracia.

La madre, quien se enteró de los abusos, nunca dijo nada y más bien optó por hacerla dormir junto a él, para consumar el hecho el tiempo que su marido quisiera.

‘Karol’, acorralada por su madre -quien a veces se ausentaba hasta 3 meses de la casa– y su padrastro, asumió su desgracia durante 4 años en los que su pequeño cuerpo debió soportar las más terribles muestras de perversidad.

A principios de año, un hijo de Viviana, primo de ‘Karol’, dio la voz de alerta. Había ido a devolver un celular a la casa de la niña y, sin previo aviso, entró en la vivienda. Allí comprobó, absorto, que esta estaba siendo abusada bajo las sábanas por el degenerado padrastro.

Cuando Viviana se enteró del asunto, inmediatamente dio aviso a la Policía que, sin hacer mayor ruido, apresó al individuo, declarado consumidor de drogas.

El presunto violador de «Karol» permanece en la cárcel El Rodeo. Todavía no recibe sentencia. Foto: Referencial

‘Karol’ fue llevada hasta el hospital de Portoviejo, en donde los médicos comprobaron que había sido violada desde hacía al menos cuatro años y, probablemente, por otros compañeros de ocasión de su madre, entre ellos, un drogadicto.

UN TERRIBLE DIAGNÓSTICO

Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar: cuando a Ramón lo detuvieron, este presentó síntomas de una enfermedad usual en personas promiscuas. En el hospital Rodríguez Zambrano, de Manta, lo chequearon, le hicieron los exámenes y descubrieron que era portador del VIH/sida.

La noticia sumió en la desesperación a Viviana -la única familiar que ha visto por la niña- quien, sin tardanza alguna, solicitó un examen en el Instituto Izquieta Pérez para ella. Nunca un resultado positivo fue tan negativo: estaba infectada.

Desde entonces, ‘Karol’ -que se ha adelgazado más de lo normal– pasa sumida en el silencio, mirando las flores que le son vecinas. De vez en cuando va a la escuela, de la cual reniega pues asegura que la maestra evita que ella se reúna con las demás alumnas y la sienta al final del aula, como si con su sonrisa fuera a contagiar a los demás.

Ramón pasa sus últimos días en la prisión de El Rodeo, en Portoviejo. Su mal se halla en estado terminal y, aunque aún no ha sido sentenciado por los tribunales, el sida ya lo condenó a muerte.

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